+El+recibmiento+del+Presidente+electo+de+Estados+Unidos+Herbert+Hoover,+en+Amapala.+noviembre,+1928.jpg)
"A menudo ahí podíamos tener hasta 10 barcos, barcos grandes", dice mientras señala las tranquilas aguas ahora sólo surcadas por lanchas de pescadores y las que de vez en cuando llevan y traen pasajeros desde tierra firme.
"De aquí salía banano hacia todas partes de Europa y Estados Unidos; madera, que más que todo iba para Europa: a Hamburgo, Rotterdam; pacas de algodón que generalmente iban para Japón", recuerda con orgullo Rodríguez, de 76 años.
Amapala es la principal población de la Isla del Tigre, un pequeño pedazo de Honduras en el golfo de Fonseca y sede del principal puerto del país en el océano Pacífico hasta finales de la década de 1970.
Además, fue capital de la República Mayor de Centroamérica y, según la leyenda, guarida del pirata inglés Francis Drake y hasta hogar temporal de Albert Einstein.
Durante varios años también fue mencionada como el más probable punto de partida para un ambicioso y polémico esquema de desarrollo que, según sus críticos, permitiría el intercambio de inversiones por soberanía.
Mucha historia -y muchas ambiciones- para una somnolienta isla de apenas 75 kilómetros cuadrados y una tranquila población con nada más una docena de calles donde la luz se va con pasmosa regularidad.
"Guarida de piratas"
Que Amapala no es un lugar cualquiera se nota incluso antes de llegar al muelle donde atracan las modestas lanchas que van y vienen desde Coyolito, la aldea de pescadores que es su puerta de entrada al resto de Honduras.
Las imponentes casonas que se alzan sobre su malecón, que poco a poco han ido siendo restauradas a su gloria original, sugieren que este fue un lugar de cierta importancia por el que circulaba abundante dinero.
Ubicadas como están al pie de un volcán extinto, cubierto por una frondosa vegetación y casi siempre coronado de nubes, completan una hermosa y pintoresca postal que parece congelada en el tiempo.
La isla también puede presumir de ser el lugar más tranquilo de Honduras, un verdadero oasis de paz en uno de los países más violentos del mundo.
Según algunas teorías, el nombre de Amapala proviene del potón, un dialecto de los indígenas de la zona en el que significaría "cerro de culebras".
Otros dicen que significa "cerca de los amates" en lengua náhuatl. Mientras que lo de isla "del Tigre" es una referencia a Sir Francis Drake.
O al menos esa es la versión que manejan los isleños y la que está consignada en el museo local, un espacioso cuarto lleno de referencias a un pasado que el gobierno hondureño, tal vez sin darse cuenta, pareciera interesado en repetir.
Ahí, en el segundo piso del viejo edificio de la aduana, la portada de un "reporte preliminar" publicado en 1854 da cuenta del proyecto de ferrocarril interoceánico que en los últimos años ha vuelto a ser de actualidad.
A pocos pasos, otra lámina afirma que en 1579 Francis Drake convirtió a la Isla del Tigre "en su guarida y punto de refugio y descanso después de asolar con sus correrías vandálicas todos los puertos que estaban establecidos a lo largo de las costas del Pacífico".
"Los indígenas de la zona empezaron a llamarle a la isla 'Tecuantepetl' o 'Cerro del Tigre', porque ellos calificaban así a Drake y sus hombres, como unas fieras salvajes y sanguinarias", se explica en la lámina, donde se afirma además que no se descarta que el pirata hubiera enterrado ahí parte de sus tesoros.
Tampoco falta quien afirme que Drake mantuvo amores con una mujer de Amapala, aunque la evidencia de esa y otras conexiones es, cuando menos, escasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario